Porque el amor es más fuerte
En el Día del Padre tres historias diferentes que hablan de lucha y sacrificio para procurar el bienestar de sus hijos y acompañarlos en su crecimiento
Alejandra Fernández
Redacción
Hoy es el Día del Padre y en cada hogar se tributa homenaje a este ser que
Como desde hace medio siglo, hoy se celebra el Día del Padre, una fecha en la que cada familia, a su manera, rinde tributo y expresa su cariño a la figura paterna de la casa, a quien, más allá de los lazos sanguíneos, ha sabido establecer y fomentar vínculos afectivos con sus hijos y se preocupa por su bienestar.
La sociedad ha ido evolucionando y los viejos paradigmas del hombre cumpliendo exclusivamente con un rol proveedor se están diluyendo para ocupar un lugar más cercano a los afectos, donde los papás luchan batallas, muchas veces silenciosas, para mantenerse cerca de sus hijos y acompañarlos en su desarrollo. Cada historia es única y particular pero en todas prima el más genuino de los sentimientos, el amor.
Marcelo Chumba es oriundo de Mendoza y llegó a nuestro medio apostando a un cambio de vida, si bien llevaba un tiempo separado de la mamá de sus hijos, había logrado mantener una buena relación.
Se radicó en Necochea con su hijo mayor, Lucas, y el precio que tuvo que pagar para lograr mejores posibilidades fue estar lejos de Ornela; Nahuel; Alexis, Lautaro y Martina, que por entonces eran pequeños.
“Durante un tiempo el contacto era fluido pero después las cosas se tornaron raras”, contó Marcelo que tomó la decisión de ir de vacaciones a Mendoza, acompañado de su pareja y su hijo.
El panorama que encontró al llegar fue desolador, la mamá había perdido la tutela y los chicos estaban a punto de ser destinados a un hogar porque la Justicia no había tenido forma de contactarlo.
Finalmente, lo que había planificado como un viaje de placer para visitar a sus hijos y que ellos conocieran a su pareja, terminó siendo un peregrinar por juzgados y servicios sociales donde el protagonista fue Emergencia de la provincia que tomó intervención para que esta historia de amor se resolviera en 20 días, y desde hace seis años los chicos están junto a su papá.
Marcelo nunca tuvo dudas que quería hacerse cargo de todos, y con el apoyo incondicional de su mujer, Yanina Di Vito, pudo llevar adelante este proyecto y sobre el particular comentó que “advertimos que esta historia de amor y familia no tenía solo dos protagonistas porque hubo mucha gente que nos apoyó con donaciones, además de ofrecerme trabajo”.
Los hijos en la actualidad tienen entre 20 y ocho años, Marcelo continúa desempeñándose como albañil y junto a su pareja se tuvieron que adaptar rápidamente a los cambios, porque al regresar de aquellas vacaciones dejaron de ser tres y pasaron a ser ocho personas. La casa no estaba preparada y era pequeña, faltaban cosas pero hubo mucha gente generosa que los ayudó a sobrellevarlo, sobre todo familiares, amigos y compañeros de trabajo.
Además, la escuela cumplió un rol muy importante porque les dio lugar para que los chicos continuaran sus estudios y a pesar que, como en toda familia, a veces atraviesan momentos difíciles Marcelo enfatizó que “jamás me imaginé sin ellos y menos aún los hermanos separados. No podía dejar que pasara otra cosa, la adversidad era muy grande pero el amor lo era más”.
El proviene de una familia numerosa donde no siempre las cosas fueron “color de rosa” y vivió situaciones digna de película, su sueño es pasar sus días junto a su esposa, hijos y nietos aunque “nunca sospeché que mis hijos tendrían una historia tan fuerte para contar”, finalizó diciendo.
Como todo padre lucha día a día para brindarles un futuro mejor, estudios y sobre todo, darles el ejemplo de lo que se puede hacer por amor y que día a día valoren la familia, “que cuando sean grandes siempre estará para lo que necesiten”.
El valor del abrazo
A mediados de marzo Estefanía Rizzo se estableció en Barcelona, emigró siguiendo los pasos de hermano Nicolás César que hace dos años dejó Necochea, su ciudad natal para desarrollar su carrera deportiva y actualmente logró el ascenso a la Serie C del fútbol italiano con el equipo Taranto FC.
Daniel Rizzo, el papá de los jóvenes entiende que hayan partido buscando nuevos horizontes aunque afirma que “uno como padre es un poco egoísta porque los queremos ver felices pero cerca de uno, cuando se van lejos todo cambia”.
El conocido comerciante y dirigente deportivo atravesó la difícil experiencia de perder a su esposa cuando los chicos eran pequeños y afirma convencido que “no hice de mamá y papá, es una figura distinta, una cosa nueva que se va construyendo de a poco y la pude ir llevando”.
De todos modos se siente orgulloso de haberle podido dar las herramientas necesarias para poder desenvolverse en la vida y animarse a volar solos por eso aunque este Día del Padre pesa la sensación del nido vacío también se siente satisfecho de verlos convertidos en adultos y buscando la forma de ser lo más felices posible.
Estefanía es fotógrafa profesional y partió el 15 de marzo hacia Barcelona donde está a punto de comenzar a trabajar en una óptica y Nico continúa desarrollando su carrera como futbolista en Italia.
El poeta Khalil Gibran en su obra titulada “Son tus hijos pero no son tuyos” es uno de los que mejor describe este sentimiento que embarga a los padres ante la partida de sus hijos y en uno de sus párrafos dice “…Tú eres el arco del cual, tus hijos como flechas vivas son lanzados. Deja que la inclinación en tu mano de arquero sea para la felicidad”. Sin dramatismo y ante la inminencia de esta fecha tan sentida y llena de emociones encontradas, Rizzo afirmó que “no es lo mismo ser padre los 365 días del año que durante un par de semanas y tenerlos a 10.000 kilómetros de distancia pero también es cierto que los veo felices y también lo soy”.
Rizzo tiene una mirada optimista de las experiencias que le está tocando vivir como padre y se siente satisfecho de haberles podido dar las herramientas para salir al mundo por sus propios medios afirmando que “la felicidad de ver que les vaya bien es lo mejor que a un padre le puede pasar”.
Este Día del Padre, Estefanía y Nicolás están lejos y aunque la tecnología facilita en buen grado la comunicación, “se siente la tristeza de no poder darles un abrazo”,
De esa experiencia, se enfocó hacia a delante y “gracias a Dios me salió bastante bien, son cosas que se ponen de por medio y hay que tratar de sortearlo lo mejor posible”.
La pandemia le ha hecho postergar una visita a Italia y para este papá no es fácil tener a sus hijos tan lejos y a pesar que tiene en claro que la tecnología facilita mucha la comunicación, no acorta las distancias, “se siente la tristeza de no poder darles un abrazo que es algo que no se sustituye por nada”.
Varado
Muy diferente es la historia de Federico Larragneguy que el 26 de abril de 2020, día en que nació la pequeña Martina, se encontraba varado en Estados Unidos debido a la estricta cuarentena por el Covid y recién la pudo conocer dos meses más tarde.
El joven papá regresó a la Argentina el 1 de junio y tuvo la posibilidad de festejar el Día del Padre con la beba en brazos pero la experiencia vivida fue bastante complicada.
Se había trasladado a una ciudad en inmediaciones de Miami para hacer la temporada como camarero. Tenía pasaje para mediados de abril y en los primeros días de ese mes se cerró la frontera.
“Quedé varado y el mayor problema fue que tenía boleto para una aerolínea que dejó de volar por la pandemia y tuve que comprar uno nuevo por Aerolíneas Argentinas”, evocó Federico.
Tiene en claro que aunque hubiera estado en Necochea no hubiese podido presenciar el parto pero su mayor anhelo era acompañar a su pareja Fanny y tener en brazos a la recién nacida, porque era un momento muy especial para toda la familia.
No le quedó otra que conocer a su hija y vivenciar sus primeros días a través de la pantalla del celular y recordó que “la primera vez que la vi se puso un poco nerviosa, estábamos todos emocionados, nos extrañábamos mucho”, comentó Larragneguy.
Además de Martina es papá de Alan, de siete años, de una relación anterior y pasa mucho tiempo con sus hijos, le gusta compartir actividades al aire libre y pescar, no acostumbran a hacer grandes festejos por su día pero estima que saldrá a estrenar el cajón de pesca que le regalaron, afirmando que “somos aventureros podemos salir a tomar unos mates y me siento feliz de estar con ellos”.///
Cada tercer domingo de junio en nuestro país se festeja el Día del Padre, que este año coincide con el Día de la Bandera y nuevamente, al igual que en 2020, se desarrolla en medio de la pandemia por el Covid.
En la Argentina esta fecha se celebra desde hace medio siglo pero la fecha se remonta a comienzos del siglo XX, cuando Sonora Smart Dodd, la hija de un veterano de la guerra civil estadounidense, quiso homenajear a su padre por haber criado él solo a sus seis hijos con amor y dedicación, tras el fallecimiento de su esposa durante su sexto parto.
En 1909, la joven propuso instalar esa festividad el día del cumpleaños de su padre, el 5 de junio, tras escuchar un sermón del Día de la Madre, la idea no prosperó pero sí la intención de celebrar a todos los padres: en 1924, Calvin Coolidge, 30° presidente de los Estados Unidos, apoyó la idea de hacer este día nacional y, en 1966, el presidente Lyndon Johnson declaró el tercer domingo de junio como el Día del Padre en ese país.
Mientras que, en la Argentina, el primer festejo del Día del Padre se hizo un 24 de agosto de 1958. Porque en 1816, nacía Mercedes Tomasa de San Martín y Escalada, única hija del general José de San Martín y el homenaje se extendió a todos los padres. No obstante ese hecho, en la década del 60, el festejo se alineó con la fecha estadounidense.///