Miles de niños de vacaciones en Necochea y Quequén
Hace 60 años, hasta febrero, habían llegado 1.320 chicos para pasar unos días en nuestras playas
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Ecos Diarios
“Año a año Necochea es centro de atracción de muchos niños que llegan desde diversas localidades de la Provincia, en busca de esparcimiento y salud. Una acción permanente de carácter social procura el máximo de beneficio en las zonas del Atlántico que, como la nuestra, están naturalmente dotadas para ofrecer atractivos y colaborar en el fortalecimiento de la niñez en edad escolar”.
Con ese párrafo comenzaba una nota publicada por Ecos Diarios en febrero de 1964, hace sesenta años. El turismo social orientado a los niños tenía ya un largo recorrido en nuestra ciudad.
Un símbolo de ello es el Hogar de Ancianos fue construido durante la década del veinte, producto de las gestiones que encabezara ante la Cámara de Diputados de la Nación, el diputado Leopoldo Bard.
Desde fines de 1928 y durante varias décadas funcionó como una Colonia Marítima para Niños Débiles, constituyéndose más tarde en el Hogar Raimondi.
En Quequén Colonia Segba y la Colonia Pinocho también permitieron a miles de niños conocer el mar.
En aquel febrero de 1964 Ecos Diarios informaba que “en lo que va de la presente temporada han concurrido a nuestra ciudad para disfrutar del clima benéfico y de la saludable vecindad marina, 1.320 niños de diversos establecimientos educacionales de la provincia de Buenos Aires”.
Agregaba que “con ellos han venido treinta y cinco maestros por contingente, seis profesores de gimnasia, tres enfermeras, un médico, una directora por hotel y una secretaria”.
“Las vacaciones que los pequeños pasan en nuestra ciudad resultan altamente aprovechables después de las fatigosas tareas del año”, añadía el artículo.
“Cuerpo y espíritu obtienen los elementos necesarios para contrarrestar factores deprimentes tan comunes en las grandes ciudades y que a veces perjudican a los sectores infantiles”, aseguraba la nota.
Los chicos a la playa
Ya antes de la explosión del turismo social, generado por la puesta en vigencia de la legislación sobre las vacaciones pagas, distintos actores sociales permitieron que miles de niños tuvieran la oportunidad de conocer el mar tanto en Necochea como Quequén.
En Quequén, en la década del 50 llegaban niñas a pasar sus vacaciones en la colonia del Pequeño Cottolengo Argentino, las niñas que padecían problemas físicos eran atendidas por las religiosas, integrantes de la Congregación Pequeñas Hermanas de la Caridad.
Eran alojadas en una construcción de madera, sencilla pero de excelente calidad y estilo, que estaba ubicada sobre el médano, en proximidades de donde hoy se encuentra el Club La Virazón, entre el Monte Pasubio y la vieja Rambla de madera (cercana a la Escollera), en aquel entonces no había ningún edificio alrededor, recién en el año 1960 empieza la construcción de la Colonia Pinocho.
Los primeros contingentes que llegaron a esta colonia provenían del Cottolengo de Avellaneda y pasaban la temporada veraniega recibiendo recreación. Arribaban a nuestra ciudad en ómnibus facilitados por la Dirección de Turismo de la Provincia en compañía de tres religiosas.
Justo frente a la playa de Quequén, en un lugar rodeado de médanos y terrenos baldíos, a comienzos de la década del 60 comenzó a funcionar el Primer Instituto de Veraneo Infantil, recordada como la Colonia Pinocho.
El edificio que había sido inaugurado como hostería, tras ser adquirido por el Dr. Mauricio Bicoff se transformó en una colonia de vacaciones para niños de entre 6 y 14 años.
El dueño y director de este proyecto era un joven profesional, especializado en pediatría, que se había establecido en nuestra ciudad al poco tiempo de recibirse. Fue director del Centro Materno Infantil (ex Dispensario de Lactantes), ubicado en Av. 59 entre 72 y 74, y tras varios años de ejercer su profesión en nuestra ciudad se aventuró con esta idea, la que originalmente estaba destinada a brindar un servicio de colonia para chicos cuyos padres veraneaban en nuestra ciudad y querían que los pequeños tuvieran actividades recreativas.
Como no obtuvo los logros anhelados, Bicoff firmó contratos con varios sindicatos, por ejemplo Luz y Fuerza, Acíndar, Dálmine, y así cada 15 días llegaban contingentes de niños de diferentes provincias del interior del país.
El funcionamiento interno de la Colonia estaba muy bien organizado y desde los primeros días de enero casi 200 pequeños visitaban las playas quequenenses y realizaban actividades recreativas.///
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