“Hay que tener vocación, sensibilidad y ser fuerte para acompañar a otro”
Coraje. Laura Scaramuzza es acompañante terapéutica y se animó a transitar nuevos caminos
Por María Cecilia Gotta
Redacción
“Para ser acompañante terapéutico hay que tener vocación, no es para cualquiera, es necesario tener mucha sensibilidad y ser fuerte para acompañar el día a día del paciente y la familia, si es que la tiene”, afirmó Laura Scaramuzza, quien completó sus estudios de grande y está orgullosa de haberlo podido concretar ya que era una materia pendiente que le había quedado en su juventud.
A partir de una situación difícil que le toco vivir se replanteó muchos temas y uno de ellos fue sus estudios. “Al terminar un matrimonio después de muchos años empecé a buscar nuevos caminos y si bien fue un momento doloroso y complicado también fue una situación donde encontré mucha paz que era lo que necesitaba”, recordó.
A Laura siempre le interesó el tema de la discapacidad pero no pudo concretar ser maestra de especial, aunque esta vocación nunca dejó de sentirla dentro suyo. “Es algo que me reconforta poder acompañar a la otra persona, ayudarlo a salir de ese mal momento que está atravesando, es decir, nunca vas a encontrar un mundo de rosas, por eso hay que estar preparado porque son situaciones complicadas”, indicó.
Con una constante capacitación, afirmó que es muy importante seguir actualizándose y cada vez hay más personas que reconocen y valoran el trabajo de un ATE (Acompañante terapéutico), ya que ese profesional debe dejar sus problemas de lado para enfocarse en ayudar a la otra persona.
Al mismo tiempo, indicó que no es fácil generar el vínculo con otra persona y hay que saber hacerlo, teniendo en cuenta su carácter, su forma ser, entre otros aspectos.
Laura aseguró que como está la sociedad actualmente y donde hay tanta falta de empatía, es muy lindo poder ayudar a otro. “La profesión que elegí te llena el alma y cuando esa persona no me necesita más es porque mi trabajo está cumplido, es decir, ya te convertiste en puente y esa es la mejor recompensa, es un trabajo hermoso”, remarcó.
La pandemia fue un factor fundamental que afectó a muchas personas tanto niños como adultos mayores. “En esta época es cuando más se necesita acompañamiento porque mucha personas empezaron con depresiones por no poder ver a su familia a partir del aislamiento y solo podían llamarlos por teléfono”, dijo.
Laura también acompaña a un niño de 6 años a la escuela, pero ahora concurre a su casa y por menos horas, al estar con la modalidad virtual.
A ella también le tocó pasar por momentos difíciles en su vida y aseguró que nunca fue de quedarse cruzada de brazos sino todo lo contrario, “siempre trato de salir adelante y es muy lindo recibir el reconocimiento de la gente con la que he trabajado y trabajo”.
Para ella la pandemia fue difícil de atravesar sobre todo porque estuvo ocho meses sin ver a su hijo y su nieta, “los vi en febrero del año pasado en el cumpleaños de Nina (su nieta menor) y en marzo empezó la pandemia y recién lo volví a ver el 14 de noviembre, eso fue terrible”.
Disfrute
En su tiempo libre Laura disfruta de las manualidades y reconoció que le gusta mucho el macramé y siempre se inclinó por las artes, hizo cursos de pintura y tiene varios cuadros en su casa hechos por ella misma.
También incursionó en tallado en madera, ama la naturaleza, las plantas y el mar, los cuales son un cable a tierra y la ayudan a cargar energía.
“También me gusta caminar, la playa me encanta y la disfruto mucho en verano, pero igualmente voy en cualquier época del año”, detalló.
La amistad también es muy especial para ella y cuando atravesó momentos difíciles, sus amigas siempre estuvieron al lado de ella. “Leti y Ale son mis dos amigas de fierro, solo tengo palabras de agradecimiento con ellas, tenemos un vínculo hermoso”, aseguró.
Actualmente, Laura acompaña a su mamá que tiene 83 años y disfruta compartir momentos juntas.
“Estar con mis nietas es sanador”
Laura Scaramuzza nació en Necochea. Vivió sus primeros años en San Manuel porque su padre trabajaba en el banco y luego lo trasladaron a Necochea. Aquí cursó sus estudios primarios en el Departamento de Aplicación del Colegio Nacional y el secundario en la misma institución. “Tengo los mejores recuerdos de la adolescencia, al culminar mis estudios secundarios me puse a estudiar Magisterio porque me gustaba la educación especial pero no lo concreté porque me casé tuve dos hijos y siempre me dediqué a ellos”
Actualmente su hija tiene 33 años y su hijo que vive en Mar del Plata, en agosto cumplirá 30 años. Ambos tienen una hija cada uno y Laura está feliz de ser abuela. “Mis hijos volaron y armaron su familia, mi hija tuvo a mi nieta mayor que tiene 6 años y se llama Antonia y mi hijo tiene a Nina que tiene tres años. Estar con ellas es sanador”, destacó.
Asimismo dijo “mis nietas es lo que más disfruto, compartir y jugar con ellas”, aunque indicó que son sus hijos fue igual, “los disfruté muchísimo cuando eran chicos, me dediqué a ellos por completo”.